lunes, 8 de diciembre de 2014

`El día del padre´ se celebra ahora en la gran pantalla


Fantástica, inquietante y diferente, ‘El día del padre’ se ha estrenado en la Facultad de Ciencias de la Información sorprendiendo a todos los espectadores. Su director, Alberto Carpintero, confiesa haber necesitado un año para darle vida a este proyecto, cuyo principal objetivo es la crítica social.

Una vez que los créditos aparecieron en la pantalla y las luces se encendieron, el director de la película recientemente proyectada, Alberto Carpintero; uno de sus productores, Kiko Prada; el protagonista de la historia, Toño Monge; y el profesor responsable de hacer posible estos encuentros, Idelfonso Soriano, dieron comienzo al coloquio durante el cual los espectadores pudieron resolver las dudas que se habían planteado durante la proyección.

El día del padre es el primer largometraje del joven Alberto Carpintero que, a pesar de contar con una dilatada experiencia en pequeñas producciones, con cortos como La niña, Carroña, y la premiada Píxel Theory, así como  documentales, nunca se había atrevido con un proyecto semejante. Él mismo confiesa que este largometraje es en verdad “una sucesión de cortos que por sí solos transmiten diversas ideas”, entre las que priorizan una marcada crítica social.

Antiguo estudiante de la Escuela de Cine de Ponferrada, Alberto Carpintero define su obra como “una comedia dramática, absurda y, sobre todo, neorrealista”, que pretende reflejar la locura de la sociedad actual como trasfondo de la trama sin renunciar con ello al divertimento, uno de los objetivos principales de la cinta. La película narra la historia de Toño, un hombre unos cuarenta años que un día tiene un sueño con su difunto padre en el que le recuerda la existencia de una caja que contiene la unión entre el padre y el hijo. Así, el protagonista recorre la ciudad en busca de esa caja, sintiéndose perdido y enfrentándose a una serie de experiencias de lo más variopintas. Un proyecto que ha requerido mucho tiempo de rodaje –concretamente un año, puesto que solo podían rodar los fines de semana y días festivos- así como todo el esfuerzo y dedicación del equipo que se ha volcado en darle vida a esta idea sin contar apenas con ayudas.
“Pero tener una idea no es suficiente, es necesario ponerla en marcha”, explica uno de los productores, Kiko Prada, haciendo referencia al bajo presupuesto requerido y disponible para la producción, uno de los motivos por los que de momento su proyección haya sido pequeña. Aunque afirma no querer dar cifras concretas “puesto que en estas cuestiones el dinero se va por todos lados”, Prada estima que en conjunto el proyecto ha costado unos 6.000 euros aproximadamente, de los cuales gran parte de ellos han sido destinados a la postproducción. Asimismo, insiste que lo importante en este tipo de trabajos es la experiencia y la oportunidad de conocer gente nueva, más allá del dinero que se pueda obtener con ello. “Somos esclavos de aquello que grabamos, encuadrar y hacer bien las cosas es gratis”, afirma el productor, convencido de que el verdadero triunfo está en ver proyectado el trabajo realizado sobre la pantalla.

Precisamente, el actor y protagonista de la película, Toño Monge, confiesa verse muy bien en la pantalla a pesar de ser este su primer largometraje, en el que afirma haber aprendido mucho de la mano de grandes profesionales. “Creo que es una película muy entretenida y que, en general, ha gustado mucho y ha tenido muy buena aceptación entre el público”, explica Monge que, además, declara que en el caso de tener que enfrentarse en la vida real a muchas de las circunstancias que se presentan a lo largo de la trama, reaccionaría igual que su personaje, que parece estar hecho a medida del actor. Con respecto a esto, Alberto Carpintero asegura que “el origen de este largo es Toño y muchas de las escenas están pensadas especialmente para él”, lo que podría explicar la brillante interpretación de Monge que parece presentar grandes similitudes con las actuaciones del conocido actor Carlos Areces.

En cuanto a los aspectos técnicos, Alberto Carpintero asegura que apenas han tenido que repetirse los planos, puesto que muchos de ellos son de toma única, y que existe una cierta libertad en el guion, aunque algunas de sus partes estuvieran completamente guionizadas. Es el caso de las secuencias protagonizadas por el famoso actor y cómico, Ignatius, que pudo improvisar parte de sus escenas mientras se ciñese a ciertas frases del guion imprescindibles para el desarrollo de la trama.

El día del padre es una de esas películas que se enmarcan dentro del género conocido como “cine de autor” y que llega rompiendo esquemas y sorprendiendo a su paso. Con un título que evoca la importancia del papel del padre a lo largo de la historia, “que parece estar presente en la vida de su hijo a pesar de haber fallecido”, explica Alberto Carpintero, confesando además, haber elegido este título una vez estuvo terminada la obra al darse cuenta del papel fundamental que representaba este personaje en el desarrollo de la vida de su protagonista. Asimismo y de cara a nuevos proyectos, el director asegura tener entre manos ocho producciones más, entre las que se planteó la posibilidad de una segunda parte, La noche del padre, que contara con una mejor y más profesional realización.

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